Gran parte de A Coruña es algo muy parecido a una isla situada en la boca de un estuario. De hecho, hace siglos sólo estaba unida al continente por una lengua de arena que el mar solía cubrir durante las tempestades. Es inevitable, por lo tanto, que la presencia del océano haya determinado la composición de nuestra flora y fauna.
Pero nosotros, los coruñeses, también hemos jugado nuestro papel. La ciudad que hemos creado y seguimos creando mantiene varias zonas naturales al mismo tiempo que alberga en las áreas más humanizadas a una sorprendente variedad de animales y plantas.
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