Cuando en cada uno de nuestros hogares apagamos las luces, calefacciones o aparatos eléctricos que no estamos utilizando, no sólo ahorramos el gasto de energía a nuestra economía doméstica. También se lo ahorramos al planeta. Esta apuesta va en una única dirección: reducir al mínimo el impacto que nuestras necesidades puedan ocasionar al medio ambiente global y local. O lo que es lo mismo: construir un mundo más sostenible y justo para todas las personas de hoy y para las del mañana, sin por ello comprometer las necesidades del resto de criaturas con las que compartimos la Tierra.
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