La ciudad de A Coruña presenta un número importante de parques urbanos distribuidos de forma periférica: alrededores de la Torre de Hércules, monte de San Pedro, Parque de Bens y Parque de Eirís.
El parque de mayor área de la ciudad es el parque de Bens con más de 60 ha, conjuntamente con dos parques más, el parque de la Torre y Punta Herminia de más de 45 ha y el parque del Monte de San Pedro de más de 47 ha.
La ciudad central cuenta con un gran parque, el de Santa Margarita (60.000 m2), y varios parques de dimensiones más reducidas (jardines de Méndez Núñez, de San Carlos o parque Europa).
Los jardines de la avenida Alfonso Molina discurren a través de esta gran vía de entrada y salida a la ciudad, lo que resta valor de esparcimiento. Abundan las pequeñas plazas - jardín y los pequeños espacios libres en los barrios.
En términos generales, puede decirse que los parques de esta ciudad se conciben como grandes espacios verdes. Se observa una parte importante de áreas rústicas o sin intervención, que se unirán a las futuras áreas que formaran "la malla" verde proyectada.
A continuación, se hace una descripción de los principales espacios verdes de la ciudad diferenciando aquellos más consolidados en la trama urbana de los que han supuesto la recuperación de espacios naturales y/o degradados para el disfrute de la ciudadanía.
Como parte del patrimonio natural de la ciudad también han de mencionarse las playas y las zonas protegidas como las islas de San Pedro, un entorno litoral de increíble riqueza paisajística y biodiversidad que hacen de A Coruña un lugar privilegiado para vivir y disfrutar.
CORUÑA LIBRE DE HERBICIDAS TÓXICOS
El Ayuntamiento de A Coruña eliminó el uso rutinario de herbicidas tóxicos, especialmente glifosato, en los servicios municipales como la limpieza viaria y el mantenimiento de zonas verdes. Su utilización queda así restringida a casos excepcionales y de fuerza mayor, previa autorización de la Concejalía de Medio Ambiente.
De este modo, A Coruña se une a la red de ayuntamientos,diputaciones y otras administraciones que en el resto del Estado limitaron el uso de los herbicidas tóxicos, en una apuesta clara por la salud de las personas y del ambiente. La propia Unión Europea debate desde hace meses a autorización o prohibición del glifosato, ante las evidencias cada vez más fuertes de las negativas repercusiones que este tipo de sustancias tienen en la salud de las personas y de los ecosistemas.
Aplicados en el espacio público, los herbicidas entran en contacto con nudos por diferentes vías, principalmente a través del agua, y actúan a cotío como hormonas alterando el funcionamiento de nuestro organismo. En dosis elevadas, los herbicidas pueden producir episodios de toxicidad y envenenamientos en personas y animales, aunque el habitual es que entren en los organismos en pequeñas dosis de manera continuada y casi imperceptible.
La eliminación de los herbicidas tóxicos conduce irremediablemente la que hierbas espontáneas crezcan con mayor facilidad y rapidez. Para evitar su proliferación, la aplicación de herbicidas fue sustituída por el uso de vinagre, métodos mecánicos (desbroce, desherbado manual) y térmicos. Cierto es que estas alternativas son más lentas y requieren más mano de obra, pero conducen a una ciudad más respetuosa con la salud de sus habitantes.
La proliferación de plantas espontáneas no tiene nada que ver con suciedade o abandono: muy al contrario, la retirada de los herbicidas tóxicos conduce a una ciudad más sana y segura para las personas y el ambiente. Ahora sí.
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