Cada una de ellas reúne una serie de aportaciones: imagen, texto impreso y, en el caso  de las tarjetas postales, además: texto manuscrito, datos de correo postal , sello, cuño.

Todos estos aspectos nos permiten sacar conclusiones acerca de su adaptación a las tendencias estilísticas del momento en cuanto a su diseño, a los avances técnicos en las artes gráficas, los artistas, editores, impresores, a la evolución del formato oficial de las tarjetas postales... Además contribuyen al conocimiento de la historia socio-económica al ofrecernos datos como tipología y variedad de establecimientos, artículos que se ofrecen, precios, zonas de concentración de la actividad económica, nivel de desarrollo, moda, costumbres.. etc.

La publicidad, que hasta la última década  del siglo XIX se basaba en estrategias literarias al incorporar la imagen como reclamo, nos muestran a través de fotografías o dibujos el aspecto que tenían comercios, cafés hoteles, restaurantes, salones de cine, bancos y demás establecimientos de la ciudad.

Su observación provoca la curiosidad en los más jóvenes al permitirles comprobar a través de imágenes y datos como era la vida en la ciudad en otros tiempos; en los mayores, tal vez el afán por reconocer y recordar lugares y momentos, sea el que motive que las postales junto con las fotografías actúe como un verdadero imán.